Sonata número 30 de Beethoven, op. 109, fue escrito en 1820 y dedicado a Maximiliane Bentrano. Después del Hammerklavier, Beethoven regresa a una escala más pequeña y con un carácter más íntimo. Musicalmente, la obra se caracteriza por un acercamiento libre y original a la forma tradicional sonata. Su enfoque es el tercer movimiento, un conjunto de variaciones que interpretan su tema en una amplia variedad de formas individuales. Los primeros pianistas que se propusieron llevar las últimas sonatas de Beethoven, incluida la op. 109, llamaron la atención del público Franz Liszt, que las incluyó regularmente en sus programas entre 1830 y 1840, y Hans von Bübajo, que incluso incluyó varias de las últimas sonatas en una sola noche.
Sonata número 30 de Beethoven, op. 109, fue escrito en 1820 y dedicado a Maximiliane Bentrano. Después del Hammerklavier, Beethoven regresa a una escala más pequeña y con un carácter más íntimo. Musicalmente, la obra se caracteriza por un acercamiento libre y original a la forma tradicional sonata. Su enfoque es el tercer movimiento, un conjunto de variaciones que interpretan su tema en una amplia variedad de formas individuales. Los primeros pianistas que se propusieron llevar las últimas sonatas de Beethoven, incluida la op. 109, llamaron la atención del público Franz Liszt, que las incluyó regularmente en sus programas entre 1830 y 1840, y Hans von Bübajo, que incluso incluyó varias de las últimas sonatas en una sola noche.