Robert Schumann escribió su Sonata para piano núm. 2 en sol menor, op. 22, de 1831 a 1838. Fue su tercer y último intento de larga duración en el género, siendo sus otras sonatas la núm. 1, op. 11 y núm. 3, op. 14. (que se publicó después de la sonata n.° 1 pero se compuso antes). Para aumentar esta confusión, las sonatas núm. 3 y un boceto abandonado del núm. 4 comparten la tonalidad de fa menor. Entre sus sonatas, la segunda es la más frecuentemente interpretada y grabada. Debido a su gran variedad y exigencias altamente virtuosas, tanto el público como los intérpretes lo disfrutan. El propio Schumann afirmó estar "esperando infinitamente la segunda sonata", pero la revisó varias veces. A petición de Clara Schumann, el final original, marcado Presto passionato, fue reemplazado por un movimiento menos difícil.