Johannes Brahms compuso sus dos Sonatas para clarinete, op. 120, en 1894, y se los dedicó a Richard Mühlfeld. Estas fueron las últimas piezas de cámara que escribió antes de su muerte, cuando se interesó por las posibilidades que ofrecía el clarinete. Hoy en día son consideradas obras maestras del repertorio para clarinete, consolidando la combinación de piano y clarinete en obras de nuevos compositores.