Aunque Tchaikovsky ya era un compositor consumado (ya había producido sus dos primeras sinfonías, un cuarteto de cuerda y dos poemas sinfónicos notables, todas estas obras exitosas y duraderas), todavía buscaba la aprobación de mentores como Balakirev y Nicolas Rubinstein. En la víspera de Navidad de 1874 tocó el concierto para Rubinstein (su solista previsto) en un aula vacía. Rubinstein respondió con un torrente de castigos, que se hizo famoso gracias al propio recuerdo de Tchaikovsky. Tchaikovsky se escabulló desesperado. Más tarde, Rubinstein lo llamó y le detalló una lista de cambios que debían realizarse antes de una fecha determinada si Rubinstein iba a realizarlo. Tchaikovsky escribió que respondió: "No cambiaré ni una sola nota y publicaré el concierto tal como está ahora". Continuó en sus recuerdos: "Y esto, en efecto, hice". Bueno, no del todo. Aunque no hay cambios realmente sustanciales, sí sometió el concierto a alguna revisión menor antes de su impresión, como ocurre con la mayoría de las composiciones. El estreno recayó en Hans von Bülow, quien la interpretó por primera vez en Boston el 15 de octubre de 1875.
